Los pueblos originarios de la región han preservado durante siglos una tradición milenaria de celebrar el solsticio de invierno, un momento de profunda conexión con la Madre Tierra y el ciclo natural de la vida. Cada año, en las primeras horas del 21 de junio, estas comunidades se reúnen en lugares sagrados como el Cerro Cotoc para realizar una ceremonia de rogativa y dar la bienvenida al nuevo ciclo andino.
Esta práctica ancestral, que se remonta a más de 5.500 años, es una oportunidad para honrar los ritmos de la naturaleza, agradecer por las cosechas pasadas y pedir por la prosperidad futura. Más allá de ser un evento espiritual, el solsticio de invierno también tiene un profundo significado cultural y social para los pueblos originarios, quienes ven en esta celebración una forma de preservar su identidad y transmitir sus tradiciones a las nuevas generaciones.
El Significado del Solsticio de Invierno para los Pueblos Andinos
El solsticio de invierno, conocido también como el Año Nuevo Andino, es un fenómeno astronómico de gran relevancia para las culturas ancestrales de Latinoamérica. En este día, el sol alcanza su punto más bajo en el cielo, marcando el día más corto y la noche más larga del año. Para los pueblos originarios, este momento representa el fin de un ciclo y el comienzo de otro, estrechamente ligado a los ritmos de la agricultura y la conexión con la Madre Tierra.
«Antes del calendario gregoriano, el solsticio de invierno fue denominado como el Año Nuevo Andino, y se celebra como tal hace 5.531 años por todo el Mundo Andino», explica Orlando Jopia Collao, quien encabezó la ceremonia de rogativa en el Cerro Cotoc. «Nació en base a la siembra en la agricultura, cada solsticio es el término de un ciclo y el comienzo de otro, relacionado principalmente al sol, pero también al viento, el agua y la tierra».
La Ceremonia de Rogativa en el Cerro Cotoc
Cada año, en las primeras horas del 21 de junio, los pueblos originarios de la región se reúnen en el Cerro Cotoc, también conocido como Cerro El Peladero, para dar la bienvenida al nuevo ciclo andino. Esta ceremonia de rogativa, liderada por miembros de la comunidad, es una oportunidad para conectarse con la naturaleza, honrar a los antepasados y pedir por el bienestar de la sociedad.
«Cuando éramos chicos, recuerdo que mi abuelita nos inculcaba esta tradición y las costumbres de nuestro pueblo. Hace al menos 10 años que la retomamos», comparte Magdalena Pallauta Chamarro, vecina de la localidad de El Tambo y descendiente del pueblo Diaguita. «Siento que durante mucho tiempo se desaparecieron estas costumbres, pero nosotros la comenzamos a revivir el 2010 y lo seguiremos haciendo, porque vemos con orgullo y optimismo que participan nuestros hijos, sobrinos, nuevas generaciones que deberán continuar con esto».
La ceremonia comienza al amanecer, con los primeros rayos de sol iluminando el Cerro Cotoc. Orlando Jopia Collao, quien oficia la ceremonia, explica que este momento marca el inicio del descanso de la tierra, la preparación de las semillas y la anticipación de la próxima siembra en primavera. «Se hacen peticiones, se agradece, se recuerda a los que partieron, en el fondo es una fiesta, es el Año Nuevo Andino».
La Participación de las Autoridades Locales
La celebración del solsticio de invierno en el Cerro Cotoc también contó con la presencia de autoridades locales, quienes reconocieron la importancia de estas tradiciones ancestrales. El concejal Kether Gómez Pastén, quien asistió a la ceremonia, agradeció la invitación y destacó el compromiso de las comunidades por preservar y transmitir estas prácticas.
«Hoy recibimos los primeros rayos del Sol, pidiendo y rogando al Tata Inti en este nuevo ciclo por nuestra sociedad para que sea cada día Mejor, más respetuosa, más tolerante y más voluntariosa», expresó el concejal. «A su vez nos comprometemos con nuestra deidad más importante, nuestra Tierra, para cuidarla y respetar el transcurso natural de los procesos, nuestra flora y fauna, y por sobre todo la conexión entre naturaleza y personas».
Gómez Pastén también resaltó el trabajo que realizan las escuelas de El Tambo, Diaguitas y Nueva Talcuna en la difusión y preservación de estas tradiciones, lo que demuestra el esfuerzo comunitario por mantener vivas las raíces ancestrales.
La Importancia de Preservar las Tradiciones Originarias
Más allá de ser una celebración espiritual, el solsticio de invierno en el Cerro Cotoc representa un acto de resistencia cultural y un llamado a preservar las tradiciones de los pueblos originarios. En un mundo cada vez más globalizado, estas ceremonias se convierten en espacios de conexión con la identidad y la memoria colectiva.
«Hoy, recibimos los primeros rayos del sol, pidiendo y rogando al Tata Inti en este nuevo ciclo por nuestra sociedad para que sea cada día mejor, más respetuosa, más tolerante y más voluntariosa», expresó el concejal Kether Gómez Pastén durante la ceremonia. «A su vez nos comprometemos con nuestra deidad más importante, nuestra Tierra, para cuidarla y respetar el transcurso natural de los procesos, nuestra flora y fauna, y por sobre todo la conexión entre naturaleza y personas».
Esta conexión entre naturaleza y comunidad es fundamental para los pueblos originarios, quienes ven en la celebración del solsticio de invierno una oportunidad para reafirmar su vínculo con la Madre Tierra y transmitir estos valores a las generaciones futuras. «Siento que durante mucho tiempo se desaparecieron estas costumbres, pero nosotros la comenzamos a revivir el 2010 y lo seguiremos haciendo, porque vemos con orgullo y optimismo que participan nuestros hijos, sobrinos, nuevas generaciones que deberán continuar con esto», afirma Magdalena Pallauta Chamarro.
El Rol de las Escuelas en la Preservación de Tradiciones
Las escuelas de la región, como las de El Tambo, Diaguitas y Nueva Talcuna, desempeñan un papel fundamental en la preservación y transmisión de las tradiciones ancestrales de los pueblos originarios. Estas instituciones educativas se han convertido en espacios donde los estudiantes aprenden sobre la importancia del solsticio de invierno y otras celebraciones culturales.
«Hoy recibimos los primeros rayos del Sol, pidiendo y rogando al Tata Inti en este nuevo ciclo por nuestra sociedad para que sea cada día Mejor, más respetuosa, más tolerante y mas voluntariosa», expresó el concejal Kether Gómez Pastén durante la ceremonia en el Cerro Cotoc. «A su vez nos comprometemos con nuestra deidad más importante, nuestra Tierra, para cuidarla y respetar el transcurso natural de los procesos, nuestra flora y fauna, y por sobre todo la conexión entre naturaleza y personas».
Este compromiso de las escuelas con la preservación de las tradiciones originarias es fundamental para asegurar que estas prácticas milenarias se mantengan vivas y se transmitan a las nuevas generaciones. Así, los estudiantes no solo aprenden sobre la historia y el significado de estas celebraciones, sino que también se convierten en agentes activos en la transmisión y revitalización de la cultura de sus pueblos.