Lugar que hoy es administrado por Francisco Collao y su hermano, quienes han decidido continuar con el legado que dejaron sus padres.
Los clásicos chilenitos con manjar casero, merengues, dulces de membrillo y alcayota, son parte de los productos con una elaboración 100% artesanal, que ofrece “Dulcería El Molle”, ubicada en el corazón de la localidad.
Espacio que cuenta con más de 40 años en el rubro y hoy es administrada por Francisco Collao y su hermano, quienes han decidido continuar con el legado familiar que dejaron sus padres.
Al respecto, Francisco relata los inicios de la dulcería y como se ha mantenido a lo largo de los años “mis viejitos partieron con la dulcería, ellos ya no están, pero seguimos nosotros con la tradición y la preparación de los dulces como ellos lo hacían, algo artesanal. Nosotros crecimos en esto, en esos años cuando el turismo era menor en el valle y en el mismo pueblo, hoy esto ha ido tomando realce, antes habíamos poquitos locales, hoy somos hartos, entonces se va estableciendo entre todos un comercio”.
Este lugar, situado en pleno Valle de Elqui, comenzó a funcionar en una época donde había menos afluencia de público, pero que actualmente congrega a gran cantidad de personas que llegan de distintos lugares, en busca de los dulces y sus preparaciones caseras.
Francisco, entrega más detalles del proceso de elaboración de estos clásicos dulces “hacemos los chilenitos con un manjar casero, tenemos la empanada de alcayota, a pedido de los clientes hemos ido buscando alternativas, por ejemplo el merengue es tradicional que se prepara con huevo, hacemos alfajores, las palitas que se hacen en la ligua que nos piden la gente, los cachitos, hemos incursionado en otros dulces para tener variedad”.
Dulcería El Molle, no solo cuenta con una potente tradición familiar que Francisco y su hermano esperan mantener en el tiempo y traspasar a sus hijos, sino que además, distintas generaciones han llegado a lo largo de los 40 años de trayectoria, a comprar y probar las clásicas preparaciones.
Así lo describe Francisco “el negocio que partieron nuestros padres, hoy aún tiene buena llegada con los clientes, que venga mucha gente a visitarnos, es un negocio que ha ido atendiendo generaciones, hace 40 años venía el abuelo con su hijo y nieto, hoy ese nieto viene con su hijo y siguen comprando los dulces, a nosotros nos llena de orgullo y satisfacción. Hoy los niños están con los estudios, pero sé que en algún momento mis hijos o los de mi hermano tendrán que tomar la posta, esto tiene que continuar”.
Producto de la pandemia, esta empresa familiar ha buscado la manera de reinventarse, implementando el servicio de delivery, llegando algunas veces hasta La Serena y Coquimbo a entregar sus productos.
Aun así, Francisco cuenta que ha sido una bonita experiencia “había que reinventarse, hubo una época de desconocimiento, fue bien estricto todo el tema, no llegaba mucho público por acá, había que salir a buscarlo, fue una experiencia bonita, encontrarse con clientes donde a veces uno no imaginaba”.
Esta propuesta familiar, cuenta además con una particularidad que existe desde que partió este negocio, pues sus visitantes pueden plasmar en escritos, la experiencia vivida:
“en esos años, se ocupaba mucho la tarjeta de presentación, hoy hay otras notas escritas que también dejan nuestros clientes, a veces vienen las familias y empiezan a buscar los mensajes que escribió su papá, se crea un vínculo, una conexión diferente entre el local que está acá en el valle, con algunos que quizá vienen de Santiago u otros lugares y encontrar recuerdos”, así lo expresó Francisco.
Este emprendimiento familiar permanecerá en el tiempo con sus clásicas recetas e interesantes propuestas, una experiencia culinaria necesaria que no pueden dejar de vivir, al visitar esta hermosa localidad de el Valle de Elqui.