Por: Cristian Rodríguez Astorga; Profesor; Militante Convergencia Social
El próximo mes, Chile tendrá la oportunidad histórica, a través de un Plebiscito, de abrir las puertas a escribir una nueva Constitución y hacerlo -de ganar la Convención Constitucional- mediante un órgano constituyente cuyos integrantes sean cien por ciento elegidos por votación popular, con paridad de género y escaños reservados para pueblos originarios; condiciones que harán de este, un proceso inédito en el mundo.
Las últimas encuestas hablan de que será una instancia altamente participativa, pese a darse en uno de los países que más ha sido golpeado por la pandemia del Covid-19. De allí la importancia de llevar a cabo una elección donde se entreguen condiciones óptimas de seguridad para quienes ese día concurran a las urnas.
Para nosotras y nosotros será un verdadero hito, puesto que, junto con darse bajo el ímpetu del bicentenario de la ciudad, próximo a celebrarse; el plebiscito nos dará la posibilidad de pagar una deuda arrastrada hace ya 32 años, cuando, como comuna, le dijimos SI a la continuidad en el poder de Pinochet y la dictadura militar. Hoy, 2020, hay una oportunidad real de que, con un lápiz pasta azul podamos escribir otra historia.
Porque este proceso, que surgió de la Revuelta Social de octubre (2019), no es solo una marca en dos papeletas; sino aún más, es la revitalización de los espacios políticos que como comunidad hemos dejado de lado. De aquí en adelante, el compromiso estará en que las sedes de juntas de vecinos o clubes deportivos, los sindicatos, las reuniones de gremios de la salud o los consejos de profesores, las iglesias, o las comunidades de base, se vuelquen a pensar el Chile que queremos y participar en la toma de decisiones sobres sus bases y principios, derechos, poderes e instituciones.
En definitiva, en unas cuantas semanas y como es tradición, veremos a una comunidad elquina empoderada yendo a las urnas; y esta vez no solo para decidir si quiere o no una nueva Constitución, sino también, y en eso tenemos la certeza, para participar en la construcción de una nueva sociedad, en la que todas y todos, hagamos que la dignidad se haga costumbre.