Por: Adriana Muñoz D’albora, senadora
Por estos días, se ha generado una polémica en relación al anuncio del Gobierno de entregar dos millones y medio de canastas familiares, para aliviar la situación de las familias más vulnerables del país.
Evidentemente, no cabe duda que es un aporte. Todo lo que vaya en ayuda de familias que lo están pasando muy mal, por efectos del desempleo y de la paralización de buena parte de la actividad productiva, es una buena cosa y en eso no hay dos opiniones.
¿Dónde está el problema? ¿Qué es lo malo de este programa? ¿Cuáles son los reparos que pueden hacerse? Ello radica, especialmente, en algunos asuntos que vienen siendo la tónica de los anuncios del Ejecutivo para esta pandemia.
En primer término, en que no se entiende que tras una larga discusión en el Congreso Nacional, en que la oposición hizo presente reiteradamente lo insuficiente qué resultaban el Bono COVID y el Ingreso Familiar de Emergencia -y que el Ejecutivo se negó a incrementar- ahora se anuncie esta canasta.
O sea, los recursos siempre existieron. Faltaba decisión. Probablemente, era mucho más sencillo aumentar cualquiera de esos beneficios y evitarse el problema logístico monumental de armar, almacenar y repartir las cajas. Evidentemente, pudo haber una solución distinta para que los adultos mayores no salieran de sus casas, pero buena parte de las familias estaban en condiciones de adquirir sus insumos.
En segundo lugar, se insiste en una lógica de desagregar el Estado, en lugar de aunar esfuerzos. No se entiende que una medida de esta naturaleza no haya sido coordinada, desde un comienzo con los municipios, cuya información y conocimiento de los territorios es clave. No están los tiempos para duplicar los tiempos, personal y recursos.
Por último, acaso lo más lamentable de esta situación, es que se reitera una situación de desinformación y confusión acerca de los beneficios. Es importante que las medidas sean claras. Particularmente, en un momento tan angustioso para tantos compatriotas. De lo contrario, se genera incertidumbre y con ello muchas consultas y aglomeraciones en los municipios.
No puede ser que se hable, primero, de que los dos millones y medio de canastas alcanzarán incluso a la clase media necesitada, como dijo el Presidente Piñera, cuando ni siquiera cubren el 40% más vulnerable, que equivale a tres millones de hogares y donde no hay clase media. La sinceridad es fundamental para no sembrar falsas expectativas.