Por: Adriana Muñoz D’albora, senadora
EL COVID-19 ha generado una crisis sanitaria a nivel global. Los casos de contagiados superan ya los 2 millones de personas, mientras las muertes sobrepasan las 150.000. Nuestro país también ha sufrido con este virus. Los muertos exceden el centenar de pacientes, en tanto nos empinamos por los 10.000 contagiados. El peak aún no llega, por lo que es muy relevante no relajar las medidas sanitarias, como el distanciamiento, el lavado frecuente de manos y el uso de mascarillas.
Quiero llamar la atención, especialmente, respecto de que si bien para muchos cumplir esas disposiciones sólo depende de la voluntad y compromiso personal, para otros no es tan sencillo, pues no disponen de las condiciones básicas para hacerlo.
Durante años he venido insistiendo en la necesidad de modificar el Código de Aguas, con el objeto de consagrar el carácter de bien nacional de este vital elemento y a partir de ello priorizar su uso para el consumo humano y el saneamiento, evitar la especulación y mejorar la gestión.
Nuestra actual normativa data de la década de los ’80. El mundo es distinto. El cambio climático ha generado modificaciones radicales en muchos territorios. En nuestro caso, todos los informes científicos indican que la escasez hídrica llegó para quedarse y debemos adoptar medidas para enfrentar esa realidad.
Hoy se piden acciones tan sencillas como el lavado de manos, pero hay 400.000 chilenas y chilenos que no disponen de este elemento tan básico, en la cantidad y oportunidad adecuada. Les llega a través de camiones aljibes, en porciones mínimas, apenas para lo indispensable.
De esto es lo que hablábamos cuando nos referíamos a la necesidad de priorizar el agua para el consumo humano y el saneamiento. No es posible que mientras algunos no utilizan el agua y la conservan para hacer negocios con ella, otros ven peligrar su vida y su salud por carecer de ella.
Esto ocurre diariamente en miles de hogares, en nuestra zona. En sectores urbanos, como el campamento ubicado tras el cementerio de Las Compañías en La Serena o en muchas comunidades rurales de nuestra Región, especialmente en Choapa.
Es necesario que mientras dure la pandemia, las autoridades encargadas tengan especial preocupación por hacer que éstas comunidades, que además carecen de otras opciones, como la de realizar trámites por internet o acercarse a los servicios, dispongan de agua en cantidad suficiente, pero, además, es hora de que legislemos de una vez un nuevo Código de Aguas.
Como he señalado muchas veces, no se trata de afectar la actividad productiva. El que ocupa el agua no tiene nada que temer. De lo que se trata es que prime el bien común y que en condiciones severas de escasez, se priorice lo elemental, la vida y la salud de las personas.