Por Cristián Brito Villalobos, periodista y escritor
Es extraño lo que está pasando. A veces pienso, o tal vez lo sueño, que todo esto es una trama de una buena novela de ciencia ficción, pero luego, los medios de comunicación me devuelven a esta realidad donde nuestra conducta se ha visto alterada según el número de nuevos contagiados. Caemos como piezas de dominó. Si se tomaron medidas a tiempo en Chile, no lo sé, creo que no, y espero que eso no nos pase la cuenta.
Somos un país que se cae del mapa. Ese aislamiento del resto del continente es en este momento, y paradójicamente, nuestro mejor aliado. Es alarmante lo que ocurre, y se debe tomar conciencia, ser responsable y comportarse de manera empática. Es fundamental que adoptemos todas las medidas preventivas que hemos escuchado una y otra vez y que debemos seguir por la salud de todos.
Estos días de aislamiento y trabajando a distancia también los he aprovechado para leer. Afortunadamente me he hecho con el tiempo de una biblioteca muy bien nutrida, con literatura clásica y contemporánea, con prosa y poesía. El último libro que leí fue La casa del espía, de Luis López-Aliaga, escritor chileno con una interesante trayectoria. La novela tiene un corte policial y está basada en el caso Rocha, el empresario que a fines de la década del dos mil murió en un trágico incendio en un caso que incluía celos, redes de poder y venganza y que fue muy mediático. Un libro muy recomendable.
También leí una novela de un escritor de culto en la narrativa norteamericana contemporánea, El nombre del mundo de Denis Johnson, una novela que trata sobre la vida de un académico que pierde a su mujer e hija pequeña en un accidente automovilístico. La trama del texto es en el fondo la historia de un hombre que intenta reinventarse luego de haber vivido un dolor lacerante y eterno, con el cual deberá aprender a lidiar, así como con los recuerdos y la evocación de esos seres ausentes y que lo han dejado huérfano en un mundo extraño y hostil.
Si hay algo bueno de esta tragedia es que nos da más tiempo para concluir o adelantar esas tareas pendientes, en mi caso aquellos libros que no he leído, y así poder encontrar un poema que me haga temblar, o una cita que exprese un profundo sentimiento del cual me apropie. Si de algo sirve leer es para evadirnos, para romper las barreras y nadar en un océano sin fin ni fondo. Mi consejo entonces es leer. Hay mucho allí, está internet. Hagamos algo útil en medio de este paisaje triste y lúgubre. Volvamos a los libros.