Cuando ya se cumple una semana desde el inicio de las protestas en Chile, los habitantes movilizados de Vicuña, que también se hicieron eco de las demandas planteadas por diferentes actores de la sociedad, hacen un balance de las diferentes marchas y actividades realizadas, marcadas por un comportamiento ejemplar, y vislumbran la continuación del movimiento.
En la noche del viernes 18 de octubre, el Presidente de la República de Chile, Sebastián Piñera Echeñique decretó estado de emergencia en Santiago, luego de una jornada donde el malestar ciudadano producto del alza de los pasajes de Metro derivó en los hechos de protesta más violentos registrados desde la vuelta a la democracia. «No son 30 pesos, sino 30 años» fue la consigna con la que le pueblo de Chile se levantó en cacerolazos, marchas y diferentes acciones.
Vicuña se sumó desde el sábado 19 de octubre a las manifestaciones por las demandas sociales como las jubilaciones, educación, desigualdad, salud, además del adecuado castigo a la corrupción y la colusión empresarial. La manera pacífica en que cada instancia se ha desarrollado, ha permitido que participen de ellas familias completas, sumando en promedio un millar de habitantes en cada marcha. También ha destacado, al igual que en el resto del país, la ausencia de algún tipo de liderazgo explícito, siendo la articulación de este movimiento el fruto de instancias espontáneas de discusión ciudadana.
Conversatorios, almuerzos colectivos, música, artes escénicas, talleres y otras expresiones han complementado el decisivo papel de las marchas, que han recorrido los diferentes sectores de Vicuña.
En la voz de los manifestantes de Vicuña
«Una de las demandas fundamentales para resolver es terminar con esta constitución dictatorial de 1980. Resolviendo eso, se resuelven todos los otros temas, el agua, la educación. El tema fundamental a nivel regional es que basta con el saqueo del agua. Es bueno ver que este movimiento traspasa cualquier ideología, raza, organización. Con una espontaneidad muy propia de pueblo, donde se grita, se manifiesta, hay alegría, rabia, todas las emociones contenidas por años de adormecimiento durante 30 o 40 años salen a flote», afirmó el periodista Patricio Luco.
«Mi percepción tiene que ver con valorar la capacidad organizativa que nos surge en periodos de crisis y de qué manera nos ha permitido de vernos a nosotros mismos como sujetos. No se trata solo de pedir más justicia, sino se trata también de replantearnos el cómo nos comportamos como sociedad, como nos vinculamos con el otro, como ocupamos los espacios públicos y cómo nos vamos viendo con el otro con total sinceridad, y eso es hermoso. Pero también hay emociones que son terribles: se activa la memoria, uno comienza a entender a nuestros padres que pasaron por esto. Es doloroso, hermoso y lleno de esperanza», nos cuenta Kamila.
Por su parte, representantes de la Asamblea en Defensa del Elki precisan también las demandas locales: «Acá desde el territorio del Elqui , más allá de lo netamente social de las demandas, pedimos el fin del extractivismo tanto minero como de la agroindustria, el fin del acaparamiento de agua y el saqueo del agua. Esas son las demandas locales, que estamos levantando en el territorio desde hace muchísimos años, un trabajo político y social que se viene llevando a cabo en todas las localidades del Elqui, no sólo en la comuna de Vicuña; desde Alcohuaz, Horcón, hasta Chungungo, por toda la cuenca hidrográfica del Elqui».
Para los manifestantes de Vicuña, la multitudinaria marcha que congregó a más de 1.200.000 personas sólo en Santiago ayer no es la clausura de una campaña. Es sólo un hito dentro de una serie de eventos tanto o más significativos en pos de una meta realmente sustantiva y categórica: «Aún no hay signos de que vaya a haber algún cambio sustancial. La única vía es acabar con la Constitución de 1980, marco legal de todos las injusticias e inequidades ocurridas en estos años», nos dice otro manifestante. Las movilizaciones pretenden continuar en Vicuña y el Valle de Elqui con la acostumbrada organización y buen comportamiento. «No estamos en guerra», concluye.