Por: Juan Carlos Robles; (Chapilca)
¡Hijo! Yo te ofrezco todos mis secretos
Te doy mi cuerpo virgen, para que lo tomes
Te doy agua clara, fruto de mis lágrimas
Te doy fuego ardiente, desde mis volcanes
Te doy frió eterno, de mis escarcharles
Te doy tierra suave para que la labres
Junto con tu hermano, al morir la tarde
Si quieres tener luz, buscare al sol padre
Y si quieres sombras, a la noche madre
Rompe mis entrañas, sácame la sangre
Pero no me mates, con un ruido grande
Cuando te pusieron sobre mi regazo
Recuerdo muy bien lo que dijo el Padre
Tómala, cuídala, pero no la mates
Te dará el sustento, te dará el abrigo
Y será lecho eterno, de los elegidos
¡Hijo!, piensa un poco, y aleja el diablillo
De esa cosa rara, que se te ha ocurrido
Déjalos que canten por todos los siglos
Sobre mis rosales los tímidos jilgueros
Piensa en los niños que hoy han nacido
Tal vez quieran ellos conocer mis ríos
Olvida tu invento y duerme tranquilo
Sobre mis gavillas, como cuando niño
Sueña que la vida, tiene su sentido
Más vale iletrado, que sabio maligno
Deja que penetre en tu sordo oído
La voz de tu Madre, que no quiere olvido
Que ya no mas odio, ni falsos amigos
Todos son hermanos, por que yo lo digo
Cenen todos juntos, el pan de mis trigos
Beban de la mano, de mis vides vino
Pero no lo arrojen, sobre mis caminos
Escucha mi ruego, mi niño travieso
Escucha mi ruego y deja el diablillo
De esa cosa rara que se te ha ocurrido
Si quieres la fama, inventa el olvido
Si quieres amor, acaricia al amigo
Habla con tu hermano, de lo que has oído
Cuéntale que un día estuviste perdido
Pero que escuchaste la voz del martirio
De tu Madre Tierra, que te hablo al oído
Dile que te dije, que junten las manos
En torno a mi cuerpo y me den abrigo
Que junten las voces y entonen un himno
Que diga ¡Dios Padre!, estamos unidos
Como lo ordenaste por todos los siglos.