Hospital de Ovalle: El trabajo comunitario es clave para tratamientos de depresión y bipolaridad en mujeres
En el Centro de Salud Mental (CESAM) del Hospital de Ovalle, un equipo multidisciplinario de profesionales ha creado un espacio seguro y solidario donde mujeres que viven con trastornos mentales como la depresión y la bipolaridad pueden encontrar apoyo, herramientas y una red de contención. Mediante terapias grupales y actividades comunitarias, estas pacientes no solo mejoran su salud mental, sino que también construyen un sentido de pertenencia y resiliencia que les permite hacer frente a los desafíos cotidianos con mayor fortaleza.
El poder de la terapia comunitaria
Cuando las pacientes llegan al CESAM, a menudo enfrentan diversos retos personales y familiares asociados a sus condiciones de salud mental. Sin embargo, al integrarse al grupo, encuentran una comprensión y respaldo invaluables entre sus compañeras, quienes comparten experiencias similares.
«Acá se siente muy bien porque se habla casi el mismo idioma, todas nos comprendemos y es fundamental el apoyo que tenemos del CESAM», comenta Erika Arriagada, quien recibe tratamiento por bipolaridad.
La terapeuta ocupacional y coordinadora del CESAM, Gladys Norambuena, explica que su rol ha evolucionado, convirtiéndose en una participante más del grupo. «Festejamos fechas importantes, nos enseñamos y vamos construyendo una red fuerte de apoyo que nos sostenga con alegría», afirma.
Construyendo una red de apoyo
Las sesiones grupales en el CESAM se convierten en un espacio de contención y empoderamiento. Allí, las mujeres comparten sus vivencias, aprenden unas de otras y celebran sus logros.
«Somos como una familia», asegura Rosa Iriarte, quien fue diagnosticada con bipolaridad hace décadas y ahora encuentra en el grupo un refugio donde puede expresar sus emociones sin miedo a ser juzgada.
Ingrid Araya, otra de las participantes, explica que el grupo le ha ayudado a procesar su propia carga emocional: «Vengo con una carga muy pesada a veces y entonces aquí hablo con las niñas y ellas me escuchan y me voy más livianita, porque expreso todo lo que siento».
Aprendizaje mutuo y empoderamiento
Además de brindar un espacio de escucha y contención, las sesiones en el CESAM también se convierten en oportunidades de aprendizaje y desarrollo personal. Algunas de las mujeres asumen el rol de «profesoras», compartiendo sus habilidades en manualidades y artesanías con el resto del grupo.
«De vez en cuando, alguna asume el rol de profesora, enseñando a las demás alguna manualidad o artesanía, en la que destacan telares, peluches, mantas, bordados entre otros», describe Norambuena.
Este intercambio de conocimientos y destrezas fomenta un sentido de empoderamiento y autoestima entre las participantes, quienes se ven a sí mismas como agentes activos de su propia recuperación.
Desestigmatizando los trastornos mentales
Uno de los desafíos que enfrentan las mujeres con condiciones de salud mental es la estigmatización social. En el CESAM, encuentran un espacio seguro donde pueden hablar abiertamente sobre sus diagnósticos y aprender a responder a los prejuicios.
«Cuando uno está en tratamiento, la gente cree que una está loca y dicen no me acerco a ella, entonces aquí se aprende de su enfermedad, cómo enfrentarla y aprendemos a contestarle a las personas sobre nuestro diagnóstico», comenta Erika Arriagada.
Además, el trabajo conjunto con los profesionales del equipo multidisciplinario del CESAM les permite abordar sus problemas de manera constructiva y comprender mejor sus condiciones.
El CESAM: Un espacio de contención y empoderamiento
En el CESAM, las mujeres con depresión y bipolaridad encuentran mucho más que un tratamiento clínico. Este centro se ha convertido en un refugio donde pueden compartir sus vivencias, aprender unas de otras y construir una red de apoyo que les brinda fortaleza y resiliencia.
«Acá se siente muy bien porque se habla casi el mismo idioma, todas nos comprendemos y es fundamental el apoyo que tenemos del CESAM», afirma Erika Arriagada, una de las participantes.
Mediante terapias grupales, actividades comunitarias y el acompañamiento de un equipo multidisciplinario, estas mujeres no solo mejoran su salud mental, sino que también desarrollan un sentido de pertenencia y empoderamiento que les permite enfrentar los desafíos cotidianos con mayor confianza y bienestar.
La importancia del trabajo comunitario en la recuperación
El enfoque comunitario adoptado en el CESAM ha demostrado ser clave para el tratamiento de la depresión y la bipolaridad en mujeres. Al crear un espacio de contención, aprendizaje mutuo y desestigmatización, este centro ha logrado transformar la vida de sus participantes.
«Somos como una familia», describe Rosa Iriarte, una de las integrantes del grupo. «Las conversaciones son dinámicas, creamos un vínculo común de contención», agrega Ximena Ahumada.
Este trabajo comunitario no solo aborda los aspectos clínicos de las enfermedades mentales, sino que también construye redes de apoyo y un sentido de pertenencia que son fundamentales para la recuperación y el bienestar integral de las pacientes.
La terapia grupal como herramienta de empoderamiento
Las sesiones grupales en el CESAM se han convertido en un espacio seguro y enriquecedor para las mujeres que viven con depresión y bipolaridad. Allí, no solo reciben terapia y apoyo psicológico, sino que también tienen la oportunidad de aprender unas de otras, compartir sus vivencias y celebrar sus logros.
«Aquí las personas nos ayudan mucho, se alivia la pena y una sale de la rutina diaria», comenta Ana Elgueta, una de las participantes que se integró al grupo derivada por una depresión severa.
Mediante este enfoque comunitario, las pacientes desarrollan habilidades, fortalecen su autoestima y aprenden a hacer frente a los desafíos de sus condiciones de salud mental con mayor resiliencia y apoyo.
El papel clave de los profesionales
Si bien el trabajo comunitario es fundamental, el equipo multidisciplinario del CESAM desempeña un rol crucial en el tratamiento de las mujeres con depresión y bipolaridad. Conformado por psiquiatras, psicólogos, médicos, terapeutas ocupacionales y personal administrativo, este equipo aborda los problemas de manera integral y constructiva.
«El trabajo de los profesionales y expertos en trastornos mentales es indispensable ya que se abordan los problemas de manera constructiva», afirma Erika Arriagada, una de las participantes.
Gracias a la colaboración entre el equipo profesional y las propias pacientes, el CESAM se ha convertido en un modelo de atención integral que trasciende los límites de la clínica y se enfoca en el empoderamiento y la construcción de comunidad.
La importancia del apoyo emocional
Uno de los aspectos más valiosos del trabajo comunitario en el CESAM es el apoyo emocional que las mujeres encuentran entre sí. Lejos de sentirse solas o juzgadas, las participantes se convierten en una red de contención y comprensión mutua.
«Vengo con una carga muy pesada a veces y entonces aquí hablo con las niñas y ellas me escuchan y me voy más livianita, porque expreso todo lo que siento», comparte Ingrid Araya.
Este espacio de escucha y empatía les permite procesar sus emociones, compartir sus cargas y encontrar alivio en la compañía de quienes atraviesan experiencias similares.
El CESAM: Un refugio de esperanza
En el CESAM, las mujeres con depresión y bipolaridad han encontrado un refugio de esperanza y resiliencia. Lejos de ser un espacio clínico frío y distante, este centro se ha convertido en un hogar donde pueden compartir, aprender, crecer y celebrar juntas.