La Pela del Durazno: Una tradición elquina que une generaciones
Continuando con una actividad centenaria, muchas familias de Paihuano se unen en torno a grandes toneles en los que limpian y pelan duraznos, para luego convertirlos en descarozados o huesillos, productos típicos de la comuna que llevan el sabor de la Tierra Mágica
Una actividad patrimonial centenaria en el Valle de Elqui fue la producción de duraznos para elaborar huesillos y descarozados. Tras la cosecha, todas las familias se reunían para realizar la tradicional “pelá del durazno”, una fiesta típica de los valles de la Región de Coquimbo, principalmente del Valle de Elqui, donde se compartía para hablar de “lo humano y lo divino” y luego celebrar ante la labor realizada.
La producción de huesillos, principalmente de durazno blanquillo, fue una de las actividades económicas más importantes de la comuna de Paihuano, pero que lentamente fue decayendo ante el ingreso de nuevos productos. En la actualidad varias familias intentan revitalizar esta tradicional fiesta en localidades como Quebrada de Paihuano u Horcón, cultivando en los huertos familiares este tradicional fruto de la temporada estival.
La fiesta, que se realizaba en el mes de marzo, comenzaba instalando una gran chuisca de vino, de más de 15 litros, en el piso para taparla con todos los duraznos cosechados. Los agricultores, peones y sus familias se reunían alrededor de esta ruma de fruta para comenzar a pelarlas, mientras conversaban de distintos temas, cantaban o reían. Quien primero descubriera la botella recibía un premio y luego al terminar, se iniciaba la fiesta con bailes y juegos.
Hoy se reúnen las familias y vecinos en torno a cajones de duraznos y comienzan a pelar las frutas conversando y escuchando cuecas, guarachas y las populares rancheras y por supuesto, luego se reúnen en delicioso almuerzo con recetas tradicionales chilenas.
Tras la pela y para evitar la descomposición y oxidación, se le aplicará una pequeña cantidad de azufre. Luego se dejan en plataformas para que puedan secarse; el sol los deshidrata y el viento los seca. Así van surgiendo los llamados “Orejones” o el durazno deshidratado. Los más grandes son puestos en una máquina artesanal para quitarles el cuesco y los más pequeños se convertirán en huesillos.
Así, esta fiesta nacida de las labores agrícolas hoy está reviviendo y convirtiéndose en un patrimonio social y cultural de Paihuano.