Villaseca: Un pueblo construido a pulso y esfuerzo de sus habitantes
Si bien el lento poblamiento de Villaseca se comenzó a registrar a comienzos de la de década de 1940, los primeros antecedentes datan de la primera mitad del siglo XIX, es decir antes de 1850.
La gran mayoría de las localidades del Valle de Elqui tienen el origen de sus nombres en conceptos de los pueblos originarios, algún hecho histórico o bien de alguna característica propia del lugar:
Es así como tenemos a Marquesa, El Molle, Gualliguaica, El Tambo, Diaguitas, El Durazno, Varillar, Huanta, por nombrar algunos. En esta línea Villaseca también tiene un origen. Si bien no existe documento palpable que lo determine, sus vecinos concuerdan que proviene de la sequedad del sector en su entonces, en donde sólo existían peladeros sin acceso a agua ni tampoco con la presencia de vegetación. Era un sector colindante a localidades más grandes, como Peralillo y Vicuña, en donde los lugareños no habitaban en demasía.
Si bien el lento poblamiento de Villaseca se comenzó a registrar a comienzos de la de década de 1940, los primeros antecedentes datan de la primera mitad del siglo XIX, es decir antes de 1850.
En esos años la quebrada de Villaseca era fértil y convocaba a pequeños agricultores y crianceros de la zona. Eran aproximadamente 10 familias que vivían entre el pueblo hoy denominado Villaseca y la aguada de El Sauce, además de los sectores El Agua de Guerrero, Las Trancas Grandes, Las Trancas Chicas, La Coipa. Estos fueron los primeros pasos de la localidad, eran casas de adobes, construcciones realizadas por los mismos habitantes que le daban forma a una comunidad.
Un antecedente importante en la historia de este poblado, es la decisión a comienzos del siglo XX de construir el cementerio de Peralillo. Este se realizó en un lugar alejado del pueblo, en lo que es hoy es Villaseca. El tránsito constante a este sector, en donde sólo existían piedras y peladeros, dio píe a que personas se interesarán en ir a vivirá allí y realizar labores de agricultura, especialmente lo relacionado a la plantación de frutas y verduras.
Paralelamente se inició la llegada de crianceros que comenzaron a ocupar las tierras más cercanas a localidades céntricas, considerando la existencia del río, entre ellas terrenos desocupados de Villaseca.
Un tercer antecedente es la masiva llegada de familias desde otros puntos del Valle de Elqui, especialmente del interior, como también del norte del país. Entre las primeras familias que habitaron este lugar fueron los Cabello, Blanco, Flores, Saso, Ibacache, Espejo.
Estos fenómenos comenzaron a darle forma al pueblo. No eran más de 5 casas las que existían a mediados del siglo XX, alrededor de 1940. Uno de ellos era Juan José Cabello, quien vivía en donde existe hoy la plaza del pueblo. Don Roberto Cabello también, quien habitaba el lugar en donde hoy funciona el centro de eventos Coloso Tropical.
La señora María Cristina vivía en donde hoy está levantado el restaurante Solar de Villaseca. Así también Ismelda Rojas Saso, quien fue una de los primeras ren levantar su casa en el lugar.
A la llegada de vecinos, se comenzó a desarrollar sectores productivos. El primero de ellos fue el que construyó don Avelino Pérez y su señora Sara Díaz, agricultor que regaba su producción con una rueda que giraba con el viento y que estaba introducida en el canal Alto de Peralillo. Con esto se sembraban tomates, ajíes, cebollas y uva.
Cada una de las familias que llegaba a este lugar se construía su casa donde lo deseaba, no existía regulación para aquello, ni tampoco demasiada demanda por los terrenos, sólo algunas pocas. Posterior a aquello eran los comuneros quienes organizaban la entrega de los terrenos para tener un orden, entre ellos don Miguel Tagle. Los mismos vecinos comenzaron a construir las calles del pueblo a darle un ordenamiento. La primera calle que se formó fue la denominada Navarino.
Como se evidencia, poco a poco el pueblo comenzó a tomar forma y se necesitaba de un lugar público, un espacio que fuera compartido por todos. Para construir la plaza, los hermanos Cabello, Roberto y José Luís, doraron el terreno, incluso los arboles más antiguos que están allí en la actualidad fueron plantados por ellos. Este espacio público hoy en día lleva el nombre de Plaza Hermanos Cabello en honor a estos primeros lugareños.
Queda de manifiesto que existía una preocupación constante para hacer de Villaseca un lugar apacible para vivir. Y en esta línea los mismos vecinos, dos veces al año, habitualmente en septiembre para Fiestas Patrias y en diciembre para Navidad y Año Nuevo, acudían a un sector denominado La Aguada para traer tierra de colores y pintar cada una de sus casas de adobes. Esa tierra se harneaba y se les ponía penca de tunas para se cortaba la tierra. “Era una hilera de gente en burro que acudía a buscar tierra de colores para presentar su hogar de la mejor manera”, cuenta un vecino.
La pintura duraba años, tal como lo hicieron las casas, las que en su gran mayoría se cayeron con el terremoto de octubre de 1997. Luego de allí mucha gente postuló a subsidios y otro porcentaje construyó en solido, dejando atrás esa hermosa tradición.
Formación de la comunidad social
Si bien la vida comenzó a cimentarse en un mismo lugar, de todas formas las personas debían suplir sus principales necesidades sociales y espirituales en Peralillo, entre ellas la escuela, iglesia y la organización comunitaria, como la junta de vecinos.
En este sentido, y pese a que la mayoría de los vecinos de Villaseca asistieron a educarse a la escuela Edmundo Vidal Cárdenas de Peralillo, existió un establecimiento en la localidad a comienzos de la década de los setentas, estuvo durante tres años, 71, 72 y 73, y con el golpe de estado la escuela se cerró. Las clases se realizaban en la sede social, que en ese entonces era de adobes. La profesora Mirta, quien venía de Coquimbo, impartía todas las temáticas a los 25 alumnos que asistían a primero, segundo y tercero básico, que funcionaban como anexo del establecimiento de Peralillo.
En tanto, las organizaciones comunitarias nacieron en la década de los sesentas, siendo la fecha de inicio de la junta de vecinos en octubre de 1964. Previo a aquello sólo se trabajaba en comités de adelanto. Pero nació la inquietud de independizarse de Lourdes, en donde realizaban sus labores vecinales como organización. Quisieron tener su propia autoridad para trabajar en diversos proyectos y una de sus primeras tareas fue contar con luz eléctrica, lo que tuvo sus frutos en el año 1969, cuando logran extender una línea hacia el pueblo. Esto se logró luego de diversas actividades para reunir fondos que realizaban en distintos puntos de la zona, entre ellos Peralillo, El Durazno y Lourdes.
En 1979, una década después, y al igual que la luz eléctrica, se logró extender una matriz para el agua potable desde el sector de El Durazno. Para poder lograr que llegara a todos sus habitantes, ubicaron dos grandes copas, desde donde la gente llevaba el agua a sus hogares en baldes. Pasaron largos años para que Villaseca tuviera agua potable en cada uno de sus casas, proceso que comenzó en 1988 y finalizó en 1996. Esto fue a través de la sanitaria de turno, la que en la actualidad es Aguas del Valle.
Antes que se contará con luz eléctrica, las casas se iluminaban con velas y chonchones. El agua, por su parte, era sacada del mismo canal y purificada con pencas de tunas, además de cuescos de damasco y duraznos.
Una de las instituciones que también aportó en los cimientos del pueblo fue el Centro de Madres, espacio recurrente de reuniones y capacitaciones para las mujeres, quienes también trabajaron arduamente de la mano de la junta de vecinos para conseguir los diversos logros de la comunidad. “Si había que sacar piedras de un sitio para una familia, las socias lo hacíamos”, recuerda una de sus miembros.
Panoramas y vida diaria
Una de las características propias de los vecinos de Villaseca es la unión y el trabajar en conjunto. Así también quedaba demostrado al momento de compartir cosas y situaciones. Considerado la llegada de la luz eléctrica, a los años trajo de la mano la televisión. Pero no la televisión como la conocemos hoy en día, pues en ese entonces era algo privativo económicamente para un gran porcentaje de la población.
Corrían los últimos años de la década de los 70 y la señora Irene Chepillo fue la primera que tuvo televisión en su casa, lo que fue todo un hito para el resto de la población. Con mucha buena voluntad ella, quien vivía en un sector céntrico, en lo que hoy es la plaza, dejaba que diariamente la gente fuera a ver programas en el patio de su casa. Los asientos eran troncos con maderas atravesadas que hacían la función de las butacas del cine con los que niños, jóvenes y adultos disfrutaban de estos momentos de recreación. Tardes de Cine, la Mujer Biónica, el Hombre Nuclear, Ship: Patrulla Motorizada, Heidi, el Hombre Increíble, eran algunas de las series que se presenciaban día a día. “Ellos seguían con sus labores diarias, habrían su intimidad como familia, mientras nosotros veíamos televisión, era algo muy sano y lindo. En la puerta había un tarrito de Leche Nido para cooperar con el gasto de luz. La televisión en blanco y negro funcionaba todo el día incluso era un panorama desde donde salieron muchos matrimonios, era el teatro del pueblo”, rememora uno de los asistentes.
Otro panorama típico de la infancia de muchos vecinos eran las pichangas de 5 por lado en el sector denominado Las Arenas. Este lugar, ahora es aledaño al coloso tropical. A este sector llegaban los jóvenes alrededor de las 5 de la tarde, pues era algo habitual día a día.
Estos mismos jóvenes fueron los que crearon el teatro itinerante, el que fue conocido en muchos carnavales de verano e invierno en localidades vecinas a partir de 1974. Este dependía del centro juvenil, grupo de 30 personas quienes se encargaron de hacer innumerables veladas, lo que se convirtió en una tradición durante años. “La gente se preparaba para ir a ver estos shows, se juntaban fondos para la institución y se hacían algunas giras también en el Valle de Elqui, incluso nos invitaban a la comuna de Paihuano”, relata uno de sus fundadores.
Así también se organizaban limpiezas de calles y arreglos de postes de luz. Lo que se hacía año a año como parte de las actividades recreacionales de verano. La primera de ellas fue cuando se instalaron los primeros 7 postes de luz, oportunidad en que cada vecino debía arreglarlo con algo entretenido. Fue la señora Rosa Campos y su marido don Lucho quienes hicieron una ramada y recibían a los asistentes vestidos a la usanza.
En tanto, el pueblo a mediados de los ochenta contó con su primer almacén, que era un kiosco hecho en madera de propiedad de don Guido Espejo, en donde se compraban los abarrotes básicos para el hogar y las golosinas de los niños. Antes de aquello los vecinos acudían a Peralillo y Vicuña a comprar. En el mismo lugar se instaló el primer taca-taca, lo que fue la entretención de grandes y chicos durante años.
Hechos que marcaron
Existen hechos que marcaron la historia de Villaseca. Uno de ellos ocurrió en el año nuevo de 1984, oportunidad que se hizo un baile masivo. El lugar elegido, el espacio en donde hoy existe el centro comunitario. Lamentablemente se produjo un incendio en donde se quemó todo, la pista de baile construida por los vecinos y los instrumentos del grupo “Estándar”, liderada por Roberto Cortés, quienes eran una de las bandas más solicitadas de la región junto al “Grupo Uno”.
Fue la última actuación que realizaron. “Ellos se preparaban para tocar la segunda noche, el 01 de enero, se fueron de paseo a Rivadavia y en esa tarde, previa a la última noche, se incendio todo, incluso hubo gente que se quemó los brazos y todos los instrumentos”, cuentan los vecinos.
El detonante de este triste episodio fue un juego de niños con petardos, que generaron el fuego y como era una ramada se quemó en escasos minutos.
Otro de los episodios que marcaron a Villaseca fue una de las crecidas más grandes de la quebrada, la que dejó a la mitad del pueblo aislado. Así también el suicidio de Julio Salas al interior de la quebrada del sector.
Otra arista importante de la historia y la actividad social fue la venida de los ejercicios navales UNITAS de la Armada de los Estados Unidos. Esto ocurrió en 1991 y asistieron una delegación de alrededor de 40 personas. Ellos hicieron una travesía desde Río Hurtado hasta Villaseca. Estaba todo planeado, pero algo falló al final, pues la persona que estaba encargado de esperarlos en la Ruta Antakari, se dedicó a otras labores, pues era el mes de septiembre y existían tentaciones más atractivas para él, por lo que luego de beber algunos tragos se quedó dormido. Los marinos se perdieron y nunca llegaron a la hora acordada, que era el medio día, para lo cual los vecinos le habían preparado un recibimiento con comidas típicas.
Como ya era el atardecer y no llegaban, los mismos vecinos salieron a buscarlos, encontrando sólo un grupo, quienes finalmente pudieron disfrutar de las exquisiteces de las cocinas solares, que en ese entonces recién estaban partiendo.
Como queda reflejado, Villaseca es un pueblo con mucha historia, que ha tenido un desarrollo sostenido, en la actualidad están prácticamente urbanizados. Este es sólo el comienzo de un futuro esplendor gigante para toda su comunidad, y esto se ha realizado con el pulso y enorme esfuerzo de sus vecinos.